Pénjamo

Hace unos días publiqué en mis redes sociales una fotografía sin saber que detrás de esa imagen había tanta admiración colectiva. La fotografía es de una casa antigua. En su momento no sabía nada de ella, y con esa ingenuidad y sin jamás esperar nada a cambio, me lancé a escribir una pequeña memoria para compartirla, sin nunca pensar que recibiría tantos mensajes e historias de personas que se sentían igual que yo. Aquí les va:

***

«Hacía tanto tiempo que quería fotografiar esta casa. Está al lado de la carretera, justo entre Nandaime y Rivas. Asentada ahí sola, pero siempre viéndose bella y como sacada directamente de una película, siempre provocó que mi imaginación volara. Cada vez que pasaba por esa casa fantaseaba con las historias que se podían contar ahí – los personajes, los diálogos, el lugar en el tiempo, el ángulo de cada toma. Me tomó más de dos años soñando despierta hasta que finalmente, detuve mi carro la semana pasada, caminé y me paré frente a ella. 

Con mi cámara en mis manos y los ojos bien abiertos, estuve ahí de pie tratando de capturar el mejor ángulo. Le tomé fotos desde varios puntos pero me descubrí siempre amando como se veía de frente en compañía del pequeño árbol que está en la puerta frontal como si fuera su guardián. Después de varias tomas, mi mente empezó a volar de nuevo y me dijo que quería ir adentro a explorar. Me preguntaba constantemente si habría alguien adentro o si podría salirme con la mía de entrar a echar un vistazo sin que nadie me viera – pude quizás haber entrado a la casa, saludar a quien sea que viva ahí, decirles lo mucho que me gusta su casa y luego irme. Pero por alguna razón, eso se sentía muy real y yo solo quería que la historia en mi mente se quedara intacta. Después de unos segundos de pensar en explorar, un hombre viejo salió y me miró. Mi mente se detuvo – y me retiré…

Me alegro haber tomado la foto que me gustaba. Y me alegro de que aún tengo ganas de volver para explorarla por dentro. La magia sigue ahí…»

***

Cuando publiqué la fotografía con este texto, los mensajes empezaron a llegar. Tanto personas conocidas, como personas que no conozco me compartieron sus historias y su sentir. Muchos me expresaron que se sentían igualmente atraídos y maravillados por esa misma casa. Que desde que tenían memoria la han visto ahí – solitaria y magnética. Incluso me expresaban que les había ganado en la intención de fotografiarla. (¡Y yo que pensé que esto era solo cosa mía!)

Otros me contaron que conocen al anciano que menciono en mi memoria y otros me sorprendieron diciéndome que la casa – ¡tiene nombre! – y se llama Pénjamo. Me empezaron a llegar datos de su ubicación (barrio Tierras Blancas en el municipio de Belén en Rivas), historias de sus alrededores y hasta me contaron que el viejito que vive ahí se llama Germán Quintanilla – ¿Será?

Screen Shot 2016-04-28 at 7.16.03 PM

No tengo forma de comprobarles todos los datos, pero sinceramente, eso no importa 🙂 Cada mensaje que recibí fue contribuyendo aún más a mi imaginación, haciendo de esta casa no sólo un lugar especial, sino también un lugar mágico y magnético. Gracias a las personas que me compartieron sus experiencias, anécdotas, datos y todo tipo de mensaje que me han inspirado a ver más allá de mis propias percepciones.

¡Hasta la próxima!

 

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